Seré genuino
Voy poniendo a prueba todos los preceptos o principios que van resaltando entre los textos, así como migajas, hay palabras para ir siguiendo, para desconcentrarme, desconcertarme y obligar a que me surja un sentido genuino de la ubicación. Yo quiero encerrarme en un cuarto acolchonado, ponerme mi camisa de fuerza y esperar hasta que pase la luna llena, pero es de día. La luna llena está adentro mío. El lobo terrible que otrora fue mi perro guardián quiere consumirme por dentro. Hambriento, descontrolado, inmune a las sensibilidades. Quiere tomar todo el control, fue entrando en confianza como un adorable cachorrito al que alcé en mis brazos, pero hoy quiere comerme vivo. Quiere ver cómo grito mientras desgarra mis entrañas. Quiere poder. Y yo no puedo más que destruirme para salvar mi alma. Tirarle humo de tabaco, nicotina y alquitrán. Cuatro mil sustancias tóxicas no logran aplacarlo. Esta es mi lucha, no es genuina obvio, es funcional a la sociedad. Es obsecuente con el lector. Ese lector que adulo, al que le pido misericordia cuando me lee, que sea compasivo conmigo, porque ya yo me estoy matando. Ya estoy exponiendo mis miserias para llamar su atención; para lograr un aplauso de limosnas en la gorra. Ya doy una opinión, una bomba de pétalos de flores que explota en lluvia primaveral. Una lluvia de granizos en plena sequía. Piedra sin llover. Peor que nada. No deja nada, no queda nada, barre con todo lo que quedaba más o menos en pie. Los deja rezando que vengan cosechas mejores cuando yo ya no esté. Así que, sí, soy genuino, socialmente genuino. Soy correctamente genuino. Deliro cuando siento que hay que hacerlo. Sufro cuando siento que hay que sufrir. Trabajo cuando siento que hay que trabajar. Soy más genuino que ayer y menos genuino que mañana. Y siempre seré más y más genuino, hasta que solo queden cenizas en una urna, nada es más genuino que las cenizas. Cenizas que atestiguan la farsa que hubo antes. La farsa de la carne en los huesos, la farsa de lo que ya no será nunca más.